sábado, 20 de enero de 2018

Túnez, 7 años después

Hace 7 años que comenzó la primavera árabe como un movimiento de protestas contra los regímenes dictatoriales que gobernaban dichos países. El primero de ellos fue Túnez, obligando al dictador Ben Alí a dejar el poder y refugiarse en Arabia Saudí.

7 años después Túnez está de nuevo en las noticias debido a protestas por la crisis económica. Voy a tratar de explicar en este artículo lo que ha sucedido en estos 7 años en Túnez.

Primero, se celebraron elecciones democráticas en Octubre de 2011, después de que numerosos partidos políticos, incluidos islamistas (Ennahda, que significa Renacimiento) y comunistas (PCOT) fuesen legalizados. En estas elecciones se eligió una Asamblea para que redactase una nueva Constitución. La fuerza mayoritaria en la Asamblea resultó ser Ennahda, que arrasó con un 37% de los votos y 89 escaños (de un total de 210). Le siguieron con entre el 5 y el 10% de los votos, los socialdemócratas del RCP y de Ettakatol, logrando entre ambos 49 escaños. También obtuvo buenos resultados Aridha, liderada por el empresario Hamdi, que obtuvo 26 escaños. El PCOT se quedó con 3.
La Asamblea acordó nombrar a Marzouki como presidente de la República (RCP) y a Jebali como primer ministro (Ennahda). Se formó un gobierno de coalición entre los 3 principales partidos.


(Jebali a la izquierda y Marzouki a la derecha).



El asesinato de Chokri Belaid y Mohamed Brahmi en 2013 -políticos críticos con Ennahda- a manos de salafistas, conllevó protestas e incrementó las tensiones entre los distintos bandos políticos, en parte debido al ascenso de fuerzas salafistas como Ansar al Sharia, de los que se sospecha que están detrás de los asesinatos.


(Brahmi a la izquierda y Belaid a la derecha).

Jebali se vio obligado a dimitir, siendo sustituido por Laarayedh, de su mismo partido. En ese contexto se formó el cuarteto tunecino, compuesto por el sindicato UGTT, la patronal UTICA, la liga de derechos humanos tunecina, y la orden de abogados tunecinos. Ayudaron al diálogo político para salir de la situación. Así, Laarayedh dimitió en favor de Jomaa (independiente), y se logró aprobar la nueva Constitución en Enero de 2014.
En 2015 se reconocería la labor de este cuarteto otorgándoles el premio nobel de la paz.


(De izquierda a derecha: Houcine Abbassi, secretario general de la UGTT; Fadhel Mahfoudh, de la orden de abogados; Abdessattar ben Moussa, de la liga de derechos humanos; y Wided Bouchamoui, de la UTICA).

Esta nueva Constitución sería calificada como la más avanzada del mundo árabe, al garantizar la igualdad de género y la libertad de culto, y al no colocar a la sharia como principal fuente de derecho.

Tras aprobarse la Constitución, se celebraron elecciones legislativas y presidenciales. En ambas ganó el partido Nidaa Tounes, creado en 2012, de ideología socioliberal. Así pues, Essebsi (de, atención, 88 años de edad en 2014) sustituyó a Marzouki como presidente. Essebsi ya había sido primer ministro de transición tras el derrocamiento de Ben Alí, y en su partido figuran cargos del antiguo régimen, además de contar con el apoyo del sindicato UGTT, la patronal UNITA, y de progresistas y liberales.
Ennahda no presentó candidato a las presidenciales, con lo que el mayor rival de Essebsi fue el propio Marzouki, que se presentaba a la reelección. En efecto, fueron los más votados, -ganando Essebi en segunda vuelta- quedando a mucha distancia los candidatos del Frente Popular (alianza en la que se incluye el PCOT) y de Aridha.

En las legislativas Nidaa Tounes (Llamada por Túnez) obtuvo más del 37% de los votos (86 escaños). Ennahda fue segundo, con más del 27% de los votos y 69 escaños. El frente de unión patriótico, socioliberal, fue tercero con 16 escaños, el frente popular 4º con 15 y Afek Tounes (Horizontes de Túnez, socioliberales), 5º con 8. El CRP que en las anteriores elecciones había sido segundo, solo obtuvo 4 escaños, y Aridha tan solo 1.

El independiente Habib Essid fue elegido primer ministro. Al principio formó gobierno con Nidaa Tounes y el frente de unión patriótico, pero la oposición del resto, hizo que incluyese también a Ennahda y Afek Tounes.

A mediados de 2016 Essid perdió una moción de confianza debido a los graves problemas económicos que sufría el país. Fue sustituido por Youssef Chahed, de Nidaa Tounes, actualmente en el cargo.


(Chahed a la izquierda y Essebi a la derecha).

Y aquí es cuando llegamos a la actualidad, con numerosas protestas, saqueos, un manifestante muerto y cerca de 1.000 detenciones debido al plan de ajuste económico acordado por el gobierno tunecino con el FMI, que contiene aumentos de impuestos y recortes en subsidios. La depreciación del dinar, el escaso crecimiento económico, el desplome del turismo tras los ataques terroristas de 2015, y las altas tasas de paro, inflación, deuda y déficit, hicieron que el gobierno optase por este plan en vez de por continuar aumentando el gasto.

Así, en 2016 el FMI concedió un préstamo a Túnez de 2.600 millones de dólares a devolver en 4 años a cambio de medidas de austeridad, recortes, reformas fiscales y despidos.

Aunque las protestas cuentan con el apoyo de los partidos de izquierdas y de la UGTT, no están lideradas por ellos, sino que han surgido de forma espontánea, al igual que sucedió en 2011.
Aparentemente no hay fisuras entre los partidos que sustentan al gobierno, aunque debido a las protestas han aumentado los subsidios a las familias más desfavorecidas.


(Los manifestantes han mostrado tarjeta amarilla al gobierno, en protesta por el plan de ajuste).





Como vemos, estos 7 años han dado para mucho. Comenzaron con una elecciones libres para redactar una Constitución. Las transiciones nunca son fáciles, y Túnez no podía ser una excepción. Si en un principio se preveía que terminasen de redactarla un año, tardaron 2, debido a las diferentes percepciones. Además se vivieron incidentes serios de confrontación con el asesinato de dos políticos izquierdistas, que llevaron a una crisis de gobierno, consiguiendo salvar la situación el cuarteto tunecino al propiciar un diálogo para desencallar el bloqueo de la Constitución, que fue una de las más aplaudidas en el mundo árabe.

Túnez tampoco se ha librado del problema del yihadismo, con unos terribles atentados en 2015, además de numerosos yihadistas tunecinos que han viajado a Siria para luchar junto al ISIS. Dentro de sus fronteras también tuvo problemas con Ansar al Sharia, pero de momento parecen bajo control. Conviene diferenciar una vez más entre islamistas y yihadistas. En efecto hay islamistas en el gobierno, de la mano de Ennahda, pero estos son democráticos, quieren gobernar, respetan la ley, han cedido en la Constitución, y no quieren imponer su visión de la sociedad. Rechazan claramente el terrorismo, y son capaces de formar alianzas con otros partidos políticos no islamistas. En realidad es lo mismo que sucede o sucedía en otros países como en Egipto con los Hermanos Musulmanes, o en Turquía con el partido de Erdogan. Estos partidos conviven -o convivían- con otros, y aspiran -o aspiraban- a formar gobierno, respetando la ley y la democracia. Sin embargo muchas veces no les han dejado llegar al poder. En Argelia una victoria islamista en las urnas conllevó un golpe de Estado y una cruenta guerra civil. En Egipto el ejército dio un golpe contra los Hermanos Musulmanes, que habían ganado en las elecciones, y les está reprimiendo duramente.
Afortunadamente este no ha sido el caso de Túnez. Tanto islamistas como laicos han aprendido a convivir, respetando sus diferencias, sin tratar de marginar ni de imponerse al contrario. Así es como debería ser en los demás sitios.

Pero los islamistas de Ennahda o de los Hermanos Musulmanes, son muy distintos de los salafistas o los yihadistas que van a combatir y que cometen atentados. Estos sí que no respetan nada ni a nadie, y se les debe perseguir, sin caer en lo sencillo de meter a todos en el mismo saco, como han hecho en Egipto e hicieron en Argelia.


(Rachid Ghanuchi, líder de Ennahda).


Si bien la situación política en Túnez es buena, conviviendo islamistas y laicos, y sin gran presencia de radicales, la situación económica deja mucho que desear. Y gran parte de ello se lo debemos, como no, al FMI y a las políticas de ajuste que tan bien conocemos en Europa y que tanto hemos sufrido. Y si no que se lo pregunten a Grecia.

El FMI y la Comunidad Internacional deberían ser más listos y mirar más a largo plazo. Si insisten en su postura de ajuste duro, lo único que van a conseguir es resquemor, y en una democracia tan incipiente como la tunecina, eso puede ser mortal. Ya hemos visto cómo han variado los partidos políticos en tan poco tiempo. No descartemos que si el malestar continúa, en las nuevas elecciones se produzca un nuevo vuelco electoral, con nuevos partidos y coaliciones, y otros viejos partidos hundiéndose, como ya ha pasado recientemente.
Eso por no hablar de las detenciones y la represión que se está produciendo. Si las protestas continúan, se puede poner en peligro la paz social e incluso las propias instituciones del Estado. Y lo que tengo muy claro es que la culpa no será de los manifestantes que protestan contra el plan del gobierno. No. Será del gobierno y del FMI que pactaron ese infame plan a sabiendas de que irritaría aún más a una población que ya lo está pasando mal por la situación económica. La culpa sería suya y solo suya. Espero que el gobierno y el FMI recapaciten, porque de lo contrario, la situación se puede tensar mucho, y puede volver la inestabilidad, de la que tradicionalmente se suelen aprovechar dictadores y grupos yihadistas o radicales. Basta con mirar lo que sucedió en Afganistán tras la invasión de la URSS, o en Irán tras el derrocamiento del Sha. Desgraciadamente, los que legítimamente protestan, no suelen resultar vencedores, sino que algunos más radicales y experimentados aprovechan el vacío de poder para erigirse como falsos salvadores. 
Cuidado porque por el empeño del FMI en que le devuelvan su préstamo, puede lograr que el único país en el que la primavera árabe había dado sus frutos, vuelva para atrás o se desestabilice de tal forma que afecte también a sus vecinos del norte.




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