sábado, 29 de julio de 2017

Venezuela ante el abismo

Cuando falleció Hugo Chávez escribí una entrada en la que hacía un repaso por toda su trayectoria antes y después de su llegada al poder, señalando todos los hitos que había ido logrando en el sentido de una mayor unión latinoamericana y mejores políticas sociales para los venezolanos, así como los problemas a los que se había enfrentado.
2 años después, escribí otra larga entrada sobre Venezuela mencionando los problemas económicos y estructurales a los que se enfrentaba (corrupción, inflación, desabastecimiento, contrabando, dependencia petrolera, violencia...) y también los problemas políticos que se habían desarrollado en esos 2 años con las protestas y el encarcelamiento de Leopoldo López, al que poco después dediqué también otra entrada mostrando mi oposición a su condena.
Y hace un par de meses, en una entrada exhaustiva mencioné de pasada los problemas políticos a los que se enfrentaba Venezuela. Hoy pretendo profundizar algo más en ellos.

Con ese objeto, tal vez convenga repasar un poco los últimos datos. En Diciembre de 2015 se celebraron elecciones parlamentarias en Venezuela, ganando por primera vez la oposición desde la llegada de Chávez al poder a finales de los 90. En concreto se hizo con el 56,2% de los votos y 112 escaños, por un 40,9% y 55 escaños de la coalición gobernante.





Recordar que Venezuela no es un sistema parlamentario, sino presidencialista, al igual que Francia, EEUU o Colombia. Recientemente Turquía también votó en un referéndum pasar de un sistema parlamentario a un sistema presidencialista.
La diferencia entre uno y otro radica en que en los presidencialistas, los presidentes pueden vetar leyes aprobadas por el parlamento. Es decir, Obama, Macron, Santos o Maduro pueden vetar leyes que aprueben los parlamentos de sus países. ¿Por qué? Pues porque las elecciones son diferentes, en unas se vota al parlamento, y en otras al presidente directamente. Nosotros en España, Italia, Portugal o Alemania, no elegimos al presidente, sino que le elige el parlamento, al que nosotros hemos votado. En cambio en EEUU, Francia, Colombia o Venezuela, la gente elige directamente al presidente y en otra votación separada al parlamento.

¿Significa esto que el parlamento no vale nada en estos países? Tampoco es eso. No vale tanto como en los sistemas parlamentarios, donde si no tienes el apoyo de la mayoría parlamentaria estás obligado a convocar elecciones anticipadas porque no puedes gobernar, pero de algo vale. Por ejemplo en EEUU, aunque Obama podía vetar leyes, también es cierto que no podía pasar otro tipo de leyes si no contaba con el apoyo del Parlamento. Por ejemplo no pudo cerrar Guantánamo o acabar con el bloqueo a Cuba porque el Congreso, de mayoría republicana, se oponía.
Sin embargo, pudo gobernar durante 8 años, estando la mayor parte del tiempo limitado por la mayoría republicana en el Congreso, pero aún así pudo hacer cosas.

Por tanto, que la oposición en Venezuela gane las elecciones parlamentarias no significa ni mucho menos que Maduro se tenga que ir al día siguiente. Podría suceder que cuando llegasen las elecciones presidenciales la gente le votase y tuviese que convivir con un parlamento hostil como le pasó a Obama. Sería absurdo que dimitiese por tener un parlamento contrario. Por esa regla de 3 Obama tendría que haber dimitido cuando su partido perdió el control de la cámara, pero no lo hizo, porque a él le había votado la gente, y de hecho cuando se presentó al 2º mandato la gente volvió a votar por él, pese a que 2 años antes el partido republicano había ganado en el Congreso.
Así pues, se puede seguir perfectamente con una dicotomía entre el ejecutivo y el legislativo sin que sea antidemocrático ni nada por el estilo.


(En esta imagen  se pueden observar los diferentes sistemas de gobierno en el mundo. En azul los presidencialistas, en verde y amarillo los semi-presidencialistas, en naranja los parlamentarios, en rojo las monarquías parlamentarias, en morado las monarquías absolutas, y en marrón los sistemas de partido único).


El problema en Venezuela es que a la oposición le entró la prisa. Después de tantos años sin poder se vieron con el control de la cámara y buscaron la forma más rápida de echar a Maduro. Tan rápida que cometieron errores.
El gobierno de Maduro alegó fraude en el estado de Amazonas en las elecciones, y el Tribunal Supremo tras estudiar el caso, ordenó suspender la proclamación de 3 diputados opositores y 1 oficialista, a pesar de que el PSUV (partido de Maduro) había solicitado la suspensión de 8 diputados opositores. Esta pérdida de 3 diputados era importante para la oposición porque perdía los 2/3 de la cámara. De haberles tenido, su capacidad de influencia habría sido mayor, pudiendo promover una reforma de la Constitución o incluso convocar una Asamblea Constituyente.


Pero ahora es cuando viene la sorpresa. Pese a la suspensión citada por el Tribunal Supremo, la Asamblea Nacional se reunió en Enero de 2016 y tomó posesión a ¡los 3 diputados suspendidos por el Tribunal Supremo! Es decir, ¡desobedeció un mandato del Tribunal Supremo! ¿Nos suena a algo eso de desobedecer las resoluciones judiciales? Eso sí, se "olvidaron" de que el diputado oficialista suspendido por el Tribunal Supremo tomase posesión de su cargo.

¿Casualidad o cálculos para conseguir los 2/3 y dejar a los oficialistas con 1 escaño menos sin importar lo que dijese el TS?

Claro que también hay que contarlo todo. Y es que antes de que se constituyese la nueva cámara, los diputados de la cámara saliente, sabiendo que habían perdido la mayoría, nombraron a 13 magistrados del TS (tiene un total de 32). La oposición alegó que estos magistrados estaban en la línea oficialista, y que el PSUV estaba intentando hacerse con el control del TS una vez hubo perdido el del Parlamento.
Esto obviamente es cierto, pero a los que estamos acostumbrados a que el poder legislativo o ejecutivo influya en el poder judicial, poco nos sorprende. En España a buena parte de los magistrados del Tribunal Constitucional los nombra el Parlamento, en EEUU más de lo mismo. De hecho Trump estaba muy preocupado porque Obama nombrase a una magistrada liberal, ya que allí el puesto es vitalicio, y eso supondría que el Tribunal tuviese mayoría liberal. Obama no pudo nombrarla, y cuando Trump accedió al cargo nombró a un magistrado conservador, asegurándose que la mayoría de sus miembros son de esa tendencia, al menos hasta que uno fallezca o dimita.

¿Significa eso que me gusta que el parlamento venezolano saliente, sabiendo lo que se le venía encima, aprovechase el momento para nombrar a magistrados afines? No, no me gusta un pelo. Lo que digo es que no es nada del otro mundo, se hace en España y en EEUU. Eso no lo justifica, pero tampoco debería ser razón suficiente para que la oposición tomase posesión de su cargo a los 3 diputados suspendidos por ese Tribunal Supremo "parcial".

Obviamente el PSUV recurrió esta toma de posesión, y en Agosto, el Tribunal Supremo, como no podía ser de otra manera, declaró en desacato al Parlamento, lo que significa que todos sus actos son nulos, al menos hasta que revierta la toma de posesión de esos 3 diputados.


 

Por eso digo que se equivocaron. Si hubiesen aceptado esa suspensión de los 3 diputados, y esperado a que se repitiesen las elecciones en Amazonas, no habrían tenido ningún problema. Pero decidieron echarle un pulso al Tribunal Supremo, y ahí tenían todas las de perder. Incomprensiblemente echaron por la borda su mejor baza, el control del parlamento, que ahora con el desacato se ha quedado en papel mojado.
No corrigieron su error, desincorporando a los 3 diputados opositores suspendidos, hasta Enero de 2017, con lo que en teoría el TS debería levantar el desacato. Claro que en Marzo se vivió otro episodio de tensión máxima cuando después de que el Gobierno le consultase a este cómo proceder debido a la situación del desacato del Parlamento, el Tribunal Supremo se apropió para sí mismo las competencias del Parlamento, al menos hasta que este dejase de estar en desacato. Esto generó muchísimo revuelo, y finalmente a solicitud del Gobierno, el TS dio marcha atrás, pese a lo cuál la oposición comenzó un ciclo movilizador que dura hasta hoy día y que ha dejado cerca de 100 muertos.

Más recientemente, la Asamblea Nacional (Parlamento) después de sufrir un asalto a manos de grupos pro oficialistas, ha nombrado a nuevos magistrados del TS para sustituir a los ya existentes. Pero claro, supuestamente sigue en desacato, con lo que este nombramiento es ilegal y ya se está procediendo a detener a estos "nuevos" magistrados.



Entremedias ha habido varios procesos paralelos. Resulta que la Constitución impulsada por Chávez, permite un referéndum revocatorio del Presidente si se reúnen las firmas requeridas. Para convocar el referéndum revocatorio hacen falta 3 etapas. La 1ª es solicitar el referéndum mediante 2500 firmas, tras lo cuál deben recoger adicionalmente las firmas del 1% del censo electoral.
En la 2ª etapa, una vez recogidas y verificadas las firmas de la 1ª, el Consejo Nacional Electoral (CNE) fija la fecha para recoger firmas de al menos el 20% del censo en 3 días.
Y en la 3ª etapa, una vez recogidas y verificadas las firmas, el CNE fija la fecha para el referéndum, debiéndose conseguir más votos que los que obtuvo el presidente en las últimas elecciones.

Pues bien, esto es lo que trató de hacer la oposición, comenzando con la solicitud de firmas en Marzo de 2016. Después de algunas dilaciones, el CNE dio el visto bueno al inicio de la 1ª etapa a finales de Abril. A pesar de necesitar poco menos de 200.00 en esta primera etapa, la oposición entregó casi 2 millones de firmas a principios de Mayo. No obstante, el CNE puso dificultades en la validación, poniendo nuevos requisitos que tuvieron que cumplimentar los firmantes, siendo finalmente el 1 de Agosto cuando declararon que la 1ª fase estaba completada. No fue hasta el 21 de Septiembre cuando autorizaron la fecha para la recolección del 20% de las firmas en la 2ª fase, en concreto sería del 26 al 28 de Octubre. Sin embargo esto nunca se produjo, ya que algunos tribunales regionales anularon la recogida de firmas en sus Estados alegando fraude, con lo que el proceso quedó paralizado.

(Calendario propuesto por Voluntad Popular, partido de Leopoldo López, para celebrar el referéndum revocatorio. En azul se identifican las 2 primeras fases, y en naranja la tercera).



Yo obviamente no conozco quién firmó ni si fueron voluntarias o no, pero parece bastante evidente que se pusieron muchísimas trabas para que el referéndum saliese adelante. De hecho el 1% que debían recoger en la 1ª fase se suponía que debía ser a nivel estatal como en 2004, pero esta vez el CNE interpretó que debía ser el 1% del censo de cada Estado, al igual que el 20% de la 2ª fase.
Y es que si se conseguía retrasar lo suficiente, aunque Maduro perdiese el referéndum, al haber pasado más de la mitad del mandato presidencial, el gobierno sería asumido por el Vicepresidente Tareck el Aissami hasta el final del mandato.
No dudo de que probablemente hubiese habido fraude y firmas falsificadas, pero tampoco de que mucha gente firmó y de que el CNE puso todas las trabas a su alcance para que el referéndum no prosperara.


A estas trabas para el referéndum revocatorio hay que sumar las trabas que el CNE puso para la celebración de elecciones regionales. Según la Constitución Venezolana las elecciones regionales deben celebrarse cada 4 años. Las últimas fueron en Diciembre de 2012, con lo que habría correspondido que se realizasen en Diciembre de 2016, pero aludiendo problemas económicos las retrasaron un año, y supuestamente se celebrarán en Diciembre de 2017, fecha en la que deberían celebrarse también las elecciones municipales, ya que las últimas fueron en Diciembre de 2013.
La oposición señala, y creo que con razón, que este retraso se debe a que los oficialistas temen perder aún más poder, y están esperando a que el precio del petróleo suba para intentar paliar la situación económica y recuperar apoyo electoral.

Pero por si fuera poco, la última jugada de los oficialistas ha sido la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Eso podría no ser tan malo si se hubiese hecho bien, pero no ha sido el caso. En Diciembre de 1998, cuando ganó Chávez por primera vez, su partido ya llevaba en el programa el impulso de una asamblea constituyente, y efectivamente tras la victoria, una de sus primeras medidas fue convocar un referéndum para preguntar al pueblo si estaba de acuerdo con la creación de dicha asamblea. Más de un 81% votó a favor, con lo que se celebraron elecciones para constituir dicha asamblea, resultando vencedores de forma aplastante (65,8% de los votos y 121 de 131 escaños gracias a un sistema de asignación mayoritario) el Polo Patriótico comandado por Chávez. Esta Asamblea redactó una nueva Constitución, siendo votada por el pueblo y aprobada con el 71% de los votos, tras lo cuál se realizaron nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias.


(Los colores de la bandera venezolana en prendas de vestir y un pequeño ejemplar de la Constitución del 99 se hicieron tan populares que hasta opositores como Henrique Capriles los adoptaron como propios).


Pues bien, la actual propuesta de Asamblea Constituyente dista mucho de lo sucedido con la anterior. Para empezar, no ha habido referéndum de consulta al pueblo sobre si quería dicha Asamblea, sino que lo ha propuesto el Gobierno y se han convocado directamente elecciones a Asamblea Constituyente para este 30 de Julio. Además, al principio decían que la Constitución que saliese de dicha Asamblea sería de aplicación inmediata, sin que el pueblo la tuviese que ratificar. Ante las críticas incluso en sus propias filas, parece que han rectificado y ahora dicen que sí que la darán a votar al pueblo.
El proceso de elección de miembros a la Asamblea es algo complicado, ya que les han dividido en candidaturas territoriales y en candidaturas sectoriales.
La máximo exponente de las críticas dentro del oficialismo ha sido la fiscal general de la República, quien ha puesto en duda esta convocatoria precisamente por no haber sido consultado el pueblo y por este carácter sectorial y territorial.

En concreto se van a elegir a 545 miembros, 364 de ellos de forma territorial (1 por municipio y 2 por capital de Estado) y 181 de forma sectorial (de los cuáles 79 serían de sindicatos y gremios de trabajadores (de los cuáles 17 por Administraciones Públicas, 14 por servicios, 12 por social (incluido ciencia y tecnología, deporte, cultura, salud o prensa), 11 por comercio y banca, 11 por autónomos, 6 por industria, 4 por construcción, 2 por petróleo y minería, y 2 por transporte), 8 de campesinos y pescadores, 24 de estudiantes (de los cuáles 11 de instituciones públicas, 3 de privadas y 10 de misiones), 8 de indígenas, 28 de pensionistas, 5 de empresarios, 5 de discapacitados y 24 de consejos comunales). De este modo los trabajadores pueden votar por quien se presenta por esa categoría, pero no por ejemplo por quien se presenta por la de empresario, y viceversa.

Esto, alegan los opositores, rompe la universalidad del voto, convirtiéndole en algo censitario. Para la Asamblea Constituyente de 1999, los candidatos se presentaban por las circunscripciones ya existentes y que habían sido utilizadas para el resto de elecciones, siendo el voto universal. Otra diferencia más.
Además, en el apartado territorial, se da el mismo peso a todos los municipios independientemente de su población. Municipios, no provincias. Así uno de 5.000 habitantes tendría el mismo peso que uno de 100.000. Supuestamente esto se realiza para dar mayor poder al mundo rural, donde los oficialistas tienen más apoyo. Y en las capitales de Estado donde se eligen 2 diputados, se haría de forma proporcional, garantizándose así el oficialismo al menos 1 representante.

Por todas esas razones, la oposición ha decidido no participar en esta elección a Asamblea Constituyente, convocando protestas contra ella día sí y día también. Una de sus iniciativas fue realizar una consulta (no autorizada) sobre la necesidad o no de esta Asamblea Constituyente. Aseguran que más de 7 millones de personas votaron en contra, aunque claro, los oficialistas dicen que no fueron ni 1 millón.



También se alega que se está presionando a la gente para que vaya a votar. Oficialistas críticos animan a que si este es el caso, se vote nulo.
La oposición teme que de la nueva Constitución salga un régimen autoritario. Ya se está hablando de que podrían reformar la fiscalía, ahora enfrentada al Oficialismo, y retirar la inmunidad a los diputados de la Asamblea Nacional.


A todo esto habría que sumarle la pérdida de apoyo internacional del gobierno de Maduro, especialmente en la OEA. Su secretario general, Luis Almagro, uruguayo del partido de Mújica, ha sido especialmente beligerante, aunque no ha logrado consensuar una posición, pero la situación en ella se ha crispado hasta tal punto que Venezuela ha anunciado que abandona la organización.
Por otra parte, Mercosur ha suspendido a Venezuela como miembro de pleno derecho, y le ha aplicado la carta democrática.
Si comparamos las pasadas relaciones de Chávez con el resto de líderes latinoamericanos, y las actuales de Maduro, vemos que la situación se ha complicado mucho, aunque también es cierto que el contexto es más perjudicial, pues ahora los gobiernos de Argentina y Brasil están en la otra esquina ideológica.


Y mientras tanto se sucede el diálogo entre Gobierno y Oposición respaldado por Unasur e impulsado por los ex presidentes Jose Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana), y Martín Torrijos (Panamá). Hasta ahora el éxito más notable ha sido el traslado de Leopoldo López de prisión a arresto domiciliario, junto a la liberación de unos 70 presos que la oposición califica como políticos.
Mientras el gobierno español respalda la labor de Zapatero, es increíble ver cómo el PP utiliza el Parlamento para posicionarse del lado de la oposición venezolana, sin pensar (o tal vez pensando) que eso pueda dañar la tarea de mediación que está desarrollando el ex presidente español.
Que por cierto, el inicio de ese diálogo estuvo apoyado por el Vaticano y la Iglesia Católica.

(De izquierda a derecha, Torrijos, Fernández, Tscherrig (enviado del Vaticano), y Zapatero).



Lamentablemente parece que ni el gobierno ni la oposición quieren ceder, y van directos a una confrontación mayúscula. Una vez que se celebren las elecciones a la Asamblea Constituyente, habrá que estar atentos al dato de participación para ver con cuántos apoyos reales cuenta Maduro. Si está por debajo de los 6 millones, malo. Aun así no creo que se arruguen, y querrán seguir adelante redactando la nueva Constitución. Por supuesto la oposición seguirá protestando. Hay quien dice que esperan un levantamiento militar o una intervención extranjera. De hecho ya hubo un connato de ello cuando un piloto de la policía científica atacó con disparos y granadas desde un helicóptero la sede del Tribunal Supremo.
Veremos a ver qué sucede, pero la situación no es nada halagüeña. Al no ser que el gobierno dé marcha atrás, tal y como le piden muchos incluso en sus propias filas. Es increíble entrar en Aporrea.org, un portal web de artículos de opinión de partidarios de Chávez, en el que cada vez proliferan más los artículos críticos llamando a la sensatez y a la concordia.
El buen camino de Aporrea que permite a gran número de personas expresar su opinión, contrasta con otros portales web que se enfocan unidireccionalmente en criticar a mansalva al gobierno de Maduro o por el contrario a apoyarle sin fisura llamando a todos los demás conspiranoicos y traidores. Situación harto lamentable, que demuestra una vez más donde están los verdaderos demócratas y dónde se esconden los que dicen serlo pero no lo son.


Resumiendo, habrá que esperar a ver qué sucede, pero en mi opinión el gobierno se ha equivocado de forma estrepitosa al convocar (y de esta forma) la Asamblea Constituyente. No estoy diciendo que la oposición lo haga todo bien, ni mucho menos. Es de sobra sabido que buscan la confrontación y la tensión, con manifestaciones diarias y enfrentamientos con la policía que todos sabemos cómo pueden acabar, y rechazando en muchas ocasiones el diálogo promovido por Zapatero o desafiando los mandatos del TS.
Pero que no me guste la estrategia de la oposición, no significa que no esté de acuerdo con ellos en que el referéndum revocatorio se tendría que haber activado, o que las elecciones regionales se tendrían que haber celebrado, o que esta Asamblea Constituyente no es más que una artimaña para que el oficialismo se asegure seguir en el poder pese a no contar con el apoyo popular suficiente.
Por desgracia parece que los sensatos en las filas del oficialismo y de la oposición que llaman a la calma y a la concordia son a día de hoy una minoría, o al menos son menos visibles y se les escucha menos que a los más exacerbados de un lado y del otro, y eso desde luego no es positivo, y puede hacer que las tensiones estallen. Ojalá me equivoque, pero desafortunadamente creo que Venezuela camina hacia el abismo, y que pese a todos los buenos intentos por remediarlo, la negativa de unos a soltar el poder y la prisa de otros a tomarlo, va a hacer que todo esto salte por los aires. Esperemos que más pronto que tarde se recobre la sensatez, pero lamentablemente a día de hoy no parece probable.

2 comentarios:

Hugo Repetto dijo...

Reconozco que parte del título refleja una situación que parece no tener fin. Lo bueno? Que Latinoamérica en el abismo no cae nunca, se acerca, resbala, retrocede, lucha, pero no se cae.

Anónimo dijo...


Tal vez todas las sociedades y todos los Estados estén constantemente ante el abismo. La historia muestra cómo unos imperios, estados, naciones... nacen, crecen, se estabilizan y "mueren". Es cuestión de tiempo. Latinoamérica no es una excepción. La deuda externa fue terrible, el terrorismo la acosa, sus guerras civiles, emancipadoras primero, de conquista antes... Nada nuevo. La historia de la humanidad es esa: Crueldad y mas crueldad. De ingleses, franceses, portugueses, belgas, turcos, mongoles, chinos, japoneses, vietnamitas, estadounidenses, rusos, árabes, aztecas, incas... Es el abismo permanente ante el que ¿dejaremos algún día de estar? ¿Podremos establecer la renta básica universal, garantizar el derecho a la vivienda, el trabajo, la educación o la sanidad? ¿Será efectiva la prohibición de la guerra y el papel de la ONU en el mundo sin mangoneos de los mandamases? ¿Podremos alejarnos definitivamente del abismo? Porque solemos olvidar que los latinoamericanos, o ciudadanos de cualquier otro lugar, que resbalan o retroceden no son los mismos que los que décadas después se levantan.Es decir unos sufren mas que otros la proximidad al abismo. Por primera vez en la historia de la Humanidad podemos ir juntos si es que sabemos hacia donde vamos. Sin necesidad de ir hacia atrás y que sea otra generación la que dé los pasos hacia adelante. Porque el progreso es para todos y si hay una generación que no lo disfruta de nada sirve que no haya caído. Entre otras razones porque sí que ha caído a no ser que a caer le llamemos retroceder. De cualquier manera Latinoamérica lleva emancipada doscientos años y eso es muy poco tiempo para una buena perspectiva histórica. Bueno, solo es una opinión y ahí va.