jueves, 23 de febrero de 2017

El caso Zozulya

Por diversos motivos no he podido actualizar el blog en los últimos meses, y hay muchos temas pendientes que quiero comentar, como el fallecimiento de Marcos Ana, Rita Barberá o Fidel Castro, el referéndum perdido por Renzi, las primeras medidas de Trump, el resultado de las primarias francesas, el congreso de Podemos, o las primarias en el PSOE entre otros. Procuraré ir hablando poco a poco de todos ellos, pero hoy quería centrarme en un caso que me ha causado bastante indignación. 

Se trata del veto que han impuesto los aficionados de la peña Bukaneros del Rayo Vallecano a Zozulya -jugador ucraniano que iba a fichar este equipo y que se encontraba jugando en el Betis-, acusándole de neonazi, lo que ha provocado que el Rayo haya decidido no ficharle. Muchos líderes de la izquierda como Alberto Garzón han aplaudido esta decisión.


A mí me parece inconcebible.



Según el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición." 
Y en el artículo 10.2 de la Constitución Española se recoge: "Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España."

Pues bien, esto que ha sucedido con Zozulya es una discriminación ideológica en toda regla, y por lo tanto va contra los propios derechos humanos y la propia Constitución Española. 
¿Qué diríamos si en vez de los Bukaneros hubiesen sido los Ultra Sur quienes hubiesen impuesto un veto a Oleguer por ejemplo por ser independentista? Sería del mismo modo anticonstitucional. Obviamente los equipos de fútbol tienen libertad para fichar a quien quieran, atendiendo a todo tipo de circunstancias. Lo que no me parece aceptable es la presión que ha hecho la peña de los Bukaneros y menos aún el aplauso que han hecho líderes políticos de la izquierda. Vuelvo a lo mismo. ¿Qué dirían si Aznar o Mayor Oreja aplaudiesen que el Real Madrid no fichase a Oleguer por ser independentista?

Pero es que además las acusaciones contra Zozulya son mentira. Le acusan de apoyar a un partido neonazi y a un grupo paramilitar. Él lo ha negado. A los bukaneros en realidad esto les da igual, ya que para ellos todos los ucranianos que no están del lado de Rusia son neonazis. Hay una versión muy extendida de que los que combaten contra los separatistas en Ucrania son todos neonazis y de extrema derecha. Eso está muy alejado de la realidad. Como ya indiqué en una entrada hace dos años y medio, el partido de extrema derecha en Ucrania obtuvo un 1,8% de los votos. Muy por debajo de lo que ha obtenido la extrema derecha en países como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Hungría, Suiza, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Noruega, Austria, Holanda o Grecia. Que curioso que se diga que todos los ucranianos que están contra Rusia son neonazis cuando en realidad son el 1,8%, y que no se diga en cambio que todos los franceses, británicos, suecos, italianos, griegos o alemanes son neonazis cuando son bastante más que el 1,8% ¿no?



Esta visión de que en Ucrania todos son neonazis está muy extendida por la propaganda rusa que ha hecho especial hincapié en estos grupos tanto políticos como paramilitares pero que en realidad tienen muy poca influencia sobre el terreno.
El hecho de que Zozulya apoye a su país (en esta entrada hablaba un poco sobre lo que sucedía en Ucrania) contra la injerencia rusa, y que haya visitado zonas de combate y apoyado al ejército que lucha contra los separatistas no le convierte automáticamente en neonazi. La inmensa mayoría del ejército ucraniano que combate a los separatistas apoyados por Rusia son gente normal, patriotas que quieren recuperar la integridad territorial de su país violada por una potencia extranjera, y eso no les convierte en neonazis. Al revés, como también dije en otra entrada, muchos de los rusos que apoyan a los separatistas son ultranacionalistas.


Pero es que incluso aunque fuese verdad -que no lo es-, ¿qué problema habría? Repito, no se puede discriminar ideológicamente. Sucedió algo parecido cuando se vetó a Salva Ballesta en el Celta de Vigo como segundo entrenador. Muchos acusan a Salva de ser ultraderechista. No sé cómo se definiría él ideológicamente. Tal vez como patriota español. ¿Es eso un delito? Una persona puede tener una ideología. En este caso amar a su país y a su ejército, o rechazar el independentismo y el nacionalismo. Nos podrá gustar más o menos, podremos concordar más o menos, pero de lo que no hay duda es de que cada persona es libre de pensar lo que quiera.



Luego hay algunas cosas que son perseguibles. Como negar o exaltar el holocausto, hacer propaganda antisemita, xenófoba o de supremacía racial...Se persigue la acción, aunque sean palabras (habladas o escritas), pero no se puede perseguir el pensamiento, que es individual y libre, y que se puede tener el que se quiera. Ya cuando se expresa lo que uno piensa es cuando puede ser perseguido, porque se está difundiendo, y hay ciertas cosas como las que he mencionado que sin duda deben perseguirse.
Pero no estamos en ninguno de estos dos casos. Ni Salva ni Zozulya han hecho o dicho algo que sea susceptible de delito. Tan solo tienen una ideología, que nos podrá gustar más o menos, pero que por tenerla no cometen ningún delito, son libres de tenerla, siempre que no digan o hagan algo que sea delito, y repito, no es el caso.

No obstante, como siempre, aquí hay mucha doble moral. Resulta que muchos de los que se alegran de que el Rayo no fichase a Zozulya o de que el Celta no fichase a Salva, se quejan de que se condene a los raperos Valtonyc o Pablo Hasel por cantar canciones en las que amenazan al rey o alaban al GRAPO, o se escandalizan porque se condene a gente por escribir mensajes haciendo chistes sobre Carrero Blanco o Eduardo Madina.
Digo lo mismo que antes. ¿Qué pasaría si se condenase a artistas que cantasen alabando al Batallón Vasco Español, a los GAL, o que amenazasen a Willy Toledo o a Julio Anguita? ¿Qué pasaría si condenasen a alguien por hacer chistes sobre las 13 rosas o los abogados muertos en Atocha? Seguramente alabarían estas condenas y se lamentarían de que fuesen tan pequeñas. Para los otros en cambio exigen la absolución. Es esa doble moral la que no soporto y la que me hace indignarme.



En resumen, muy mal los Bukaneros por mentir sobre un jugador y presionar para que no se le contrate basándose en una discriminación ideológica de la que se quejarían si fuese al revés. Mal la directiva por ceder al chantaje, aunque entendible, dado que la situación del jugador en la plantilla sería tormentosa con parte de la afición en contra. Y peor incluso que los bukaneros, los líderes de la izquierda, que para algunos casos sacan a relucir la Constitución (la economía se somete al interés general, derecho a la vivienda, al trabajo...) y para otros les parece bien que haya discriminación ideológica (cuando al igual que los bukaneros, les escandalizaría si fuese al contrario). Los bukaneros van al fútbol y poco más. Los políticos tienen más responsabilidad, por lo cuál su comportamiento ante esto resulta mucho más grave. Estas incoherencias son las que les hacen perder la poca legitimidad que les pudiera quedar.

En definitiva, todos los radicales del fútbol, sean de extrema izquierda o extrema derecha, llámense Bukaneros, Resaca Castellana, Ultra Sur, Frente Atlético, o Boris Norte, son muy parecidos. Odio a los que no piensan como ellos. Y eso no puede ser. Y menos aún que haya quien lo aplauda.


Todo esto tiene también su parte buena, y es la solidaridad que muchas personas han mostrado con Zozulya, como el ministro del Interior, el presidente de la Liga, el de sus compatriotas ucranianos entre los que destaca el seleccionador nacional y ex futbolista Andrei Shevchenko, o el de sus propios compañeros, directiva y afición del Betis.




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